Cuando todo lleva a todo.
- LUCIANA MAURO
- 16 feb 2015
- 1 Min. de lectura
Estando de vacaciones, terminé de leer todos los libros que me acompañaron en el viaje y decidí ir a la pequeña y única librería que habita La Lucila del Mar, más conocida como la librería del Barba.
Hurgando y hurgando en sus estanterías vi la novela de Rosa Montero, “La ridícula idea de no volverte a ver” y recordé lo bien que la pasé el verano pasado leyendo ese magnífico paralelo entre la vida de Marie Curie y la propia autora. Entonces empecé a buscar algún otro título de ella y mi vista se clavó en “La loca de la casa” otra, sin duda, excelente obra que intenta ser una autobiografía ficcionada en donde Montero cita a sus autores preferidos.
Recuerdo que varias veces detuve mi lectura para tomar nota de varios de sus consejos y escribí un nombre conocido pero que sin embargo, no había surcado en su obra, Enrique Vila- Matas.
Con él continuó mi lectura. Su “París no se acaba nunca” acrecentó mi curiosidad y me llevó a cometer un gran pecado, compré otro libro. Era imperante tener entre mis manos “París era una fiesta” del célebre Hemingway y así fue como suspendí la lectura para abocarme al primer París.
Todo estaba claro. Ahora ya podía continuar con Vila – Matas y continuaría ocurriendo una vez más esto de que todo tiene que ver con todo.
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